Inquirir


En el remanso de fieras a veces hay lugar para los oasis más estrambóticos, unos en los que el horizonte se viste de un gris espacial con destellos verde aceituna en el que la gente saluda amablemente, sonríe de forma gratuita y los monstruos solo son simpáticos animales de compañía.

Cuando pienso en rosa los días pasan raudos, felices, con ánimo en el alma y con un sentir eternamente expectante para despertar de nuevo tras cada plácido sueño para regalar versos de impresión, flores para la ocasión y buenos deseos por afición. 

Las canciones de mi ayer son como abrazos para el alma, como susurros de caramelo, como la posibilidad de viajar en una máquina del tiempo que regala bonos infinitos para visitar el pasado con la misma facilidad que tengo para cambiar de opinión con inusitada frecuencia. 

Solo los colores naturales lucen más intensos que la química, solo la verdad supera a la mentira, todo buen deseo se impone al oído más encarnizado, la alegría gana cada batalla al dolor aunque no lo sepamos y por ende nada ni nadie se impone a lo que quedó exento de haber sido elegido por ningún ser pensante. 

Por defecto somos normales, venimos de serie sin altibajos, somos generados secuencialmente para ser diversos, de fábrica parecemos todos iguales, el molde siempre es el mismo, creemos ser distintos cuando hacemos algo para cambiar y llegar donde ya estaban todos, cada día surgen humanos que nos dejan de piedra, buscamos destacar sobre los demás de cualquier forma, estamos solos entre tanta gente… Ahora ya entiendo por qué uno y uno nunca fueron dos.