Colbrand


Cuando quiero y no puedo visito el lugar más oscuro de mi memoria, aquel que permanece abandonado, ese mismo que nadie conoce y que provoca rechazo hasta en las pesadillas de los pacientes delirantes.

Allí me encuentro un vacío profundo de sombras inverosímiles, de ideas cuestionables, de estridencias tristes como el sol en una tarde de otoño por el centro de Londres. 

Allí el tiempo permanece quieto, sin futuro, solo con un presente que desenmaraña una realidad de mentira constituida por retales y desgarros de una existencia vana plagada de errores y carente de ilusiones que me convierte a menudo en peregrino del camino que lleva al pozo ciego.

A veces, solo a veces, me acerco por allí. No porque quiera, sino porque mis pasos me dirigen a la desidia. Poco a poco consigo salir cuando me canso de la podredumbre, pero no es menos cierto que cada vez me cuesta más retornar cuando visito el lado más lóbrego de mi memoria.

We Will Always Have Unterhaching


En esta realidad hace frío. Siempre. Cuando llueve llora el alma, se inunda la razón y las goteras torturan mi existencia. Si un día nieva la razón se bloquea y quedo fuera de juego durante varias historias completas.

Si aquí alguna vez hiciese calor me pondría a secar, comería recetas con el sol como denominador común y cenaría grados con guindillas en la esquina de este tómbolo que me asfixia a diario.

Si por estas latitudes entrase la primavera los capullos serían otros y la escena se llenaría de moscas, pero un millón de estas no se equivocan, los capullos no solo visten de verde y por aquí no entra ni el aire.

Si un día en Sad City cayese algo no serían hojas, sino almas a los pies. El otoño se empareja con la tristeza, cierto, pero hace tiempo que el lamento y la quiebra sentimental perdieron la batalla contra mi eterno invierno.

La Base De La Paciencia


Cuando el sonido del llanto me despierta por la noche levito sobre la estela del dolor y de la incertidumbre. 

Entonces llueve ácido, el suelo se convierte en desidia y de las fuentes brotan riadas de sangre. 

Ahí, justo donde ni pensé llegar, me encuentro inmerso sin saber que tal vez no haya puerta que me deje en aquel dolor tan amplio que ahora me parece como bálsamo para las heridas.

Pero el sueño tiene ventanas que me liberan de mi condena dejándome amparado en esa baja existencia tan eterna como plena de soledad en la que el único objetivo es encontrar la muerte como elixir ante este castigo de tamaña insolencia.

La Generación De Los 80


· La generación del tío.

· Del “si es que te lo dije”.

· Y del dabuten. 

· “¿Chicas? Qué es eso?” 
 
· También la del guay del Paraguay. 

· Del “los tangas solo existen en las películas porno”. 

· Del pringao. 

· De recordar lo de “eso no me lo dices en la calle”. 

· De los sarasas. 

· La generación de la jeringuilla en el parque. 

· Por supuesto del novato. 

· Del SiDa NoDa. 

· Y del tolay, por favor. 

· Del helicóptero del Tulipán. 

· De los Pirris infinitos. 

· Los del negro del Cola-Cao.

· Sí, de la mierda del EGB.

· Y la del tronco. 

· Los que tuvieron a Petete, Yupi o Espinete como referentes. Así nos va.

· Del “yo soy mejor que tú”.

· Los que saltaron de la gallina Caponata a Robocop, Knight Rider, Terminator o los Gremlins sin paracaídas. Nada volvió a ser lo mismo.

· La del pariolo.

· La que nació con el logo antiguo de Adidas. Sí, ese que ahora ha sustituido al truño que inventaron para sustituirlo.

· La de los niños todo el día tirados en la calle.

· La de los profesores que se repetían más que un petit-suisse de chorizo.

· Los que sobrevivieron a la gentuza y a la chusma de la peor catadura.

· La de los que vivíamos felices a pesar de todo.

· Los de la ñorda.

· La de los que sufrían amenazas, acoso y extorsión por afición y ni sabíamos lo que era el bulling, solo que el que te lo había hecho era más listo que tú y que si te quejabas eras un llorón y un chota.

· “¡Anda, los Donuts!”

· De la época en la que la calle enseñaba. Eso sí, sin cariño.

· Los que pudimos dormir tranquilos sin ver al oso de Bimbo con esa extraña expresión que tiene ahora. 

· Del “te voy a partir la boca”.

· Los de Mimosín, que también era otro que tal baila.

· De la versión 8 bits.

· Los de Mr. Proper. Un mago.

· Del apagón multimedia.

· Los del Príncipe de Beukelaer verdadero.

· Aquellos del fracaso inexorable.

· Los del fútbol de verdad.

· Los del tiempo en el que la realidad era una hostia en la cara cuando abrías los ojos para mirar.

· La de los privilegiados que disfrutaron de Jordan.

· De las orejas de burro.

· La de los que hoy tenemos 40 y vemos a chavales que se gastan 200 euros en una zapatillas Air Jordan sin que ni siquiera sepan que el baloncesto es un deporte que consiste en botar un balón y meterlo en una cesta.

· De las zapatillas Tórtola.

· Del tiempo en el que era tan socorrido dejarte por imposible si no sabías aunque no te hubiesen enseñado.

· De Galerías Preciados.

· De la familia de mierda.

· De las universidades vacías.

· Del te acuso porque sí.

· De los Almacenes Arias.

· La del “niño, ve a por tabaco”.

· Del Sepu.

· La del “nos vamos para el pueblo”.

· Del tiempo perdido.

· “Y después a Gandía”.

· La de “niño, ve a por tres huevos y que te lo apunten en la cuenta”.

· “A Torremolinos”.

· De las chapas. 

· La del vermut.

· De la peonza.

· La de los niños apurando los vasos de cerveza en la tasca.

· De las canicas.

· La de los bares atestados con los cristales empañados.

· De los tahúres que robaban cromos con las cartas.

· La de los capullos que se comieron la última mili de los cojones.

· La que mamó del machismo más rancio.

· Los que empezamos a darnos cuenta de que todos los dibujos no eran para niños.

· La de “si te haces objetor eres un apátrida y, además, para acabar limpiando el culo a los viejos”.

· Aquella en que todavía se vibraba con el ciclismo.

· Somos los que inventamos la bollería industrial.

· Sí, esa que también disfrutaba del boxeo.

· Y esa misma que no insultaba a los toreros.

· La que vivió la gestación del espectro político más aberrante de todos los tiempos.

· La que después de ser apátridas hoy vemos como catalanes y vascos no quieren ser españoles. 

· La de los niños que no éramos bonitos de pequeños.

· La de los que tomaban la comunión por los regalos.

· Esa en la que muchos quedaban en grupo para hacerse pajas.

· La del miedo eterno.

· La de masacrar al diferente.

· La que como icono tiene una nariz derramando sangre.

· Tal vez la misma por la que se colaba un gusano. 

· Esa que tiene la movida por bandera y no sabe ni lo qué significó. Y mejor así.

· La de “pudimos llegar lejos para finalmente quedarnos varados en medio de la nada”.

· La de las afueras.

· La del me aburro. Bueno, eso todas.

· La del “yo con tu edad estaba trabajando”.

· Aquella en la que te dejaban por imposible porque sí o esa misma en la que molabas también porque sí.

· La de la falta de esperanza.

· La de los marginados.

· La que siempre pensó que el arte es para los ricos.

· Aquella tan clasista y chabacana.

· La que no conoce los valores.

· La de los fachas.

· Ni la ética.

· La de los progres.

· Ni la moral.

· La de los supervivientes.

· La de los que crearon la depresión.

· La de los que no sabían si íbamos o veníamos.

· La de los mismos que se venían arriba sin motivo.

· La misma que estaba rodeada por un montón de cosas que tenían nombre de fecha y no sabíamos ni tan siquiera lo que conmemoraban esas datas.

· La de los que pensábamos que los viejos habían nacido así.

· La que tenía una perspectiva infinitamente errada.

· La del racismo dormido.

· La de los que hoy, por todo lo que vivimos, está preparada para cualquier cosa.

· La de los que hoy, después de todo, nos toca ser unos padres mejores que los que tuvimos.

· La de los que hoy, por honor, tendremos que ser los abuelos que tengan que modificar un tanto las batallitas que contemos a nuestros nietos.

· La que no tuvo época de tránsito entre Nino Bravo o Roberto Carlos y Michael Jackson o David Bowie.

· La del “vamos que nos vamos”.

· “¿Inglés? ¿Qué es eso?”

· La del vinilo.

· “¿Informática? ¿Mande?”

· Los de la cassette de TDK.

· Y los que grabábamos de la radio con las TDK. Sí.

· Los de las videocámaras de mierda.

· Y que luego se quedaban enredadas en nuestro walkman.

· Los que reventamos la música en formato físico. Se hizo lo que se pudo.

· Los que convertimos discotecas en antros de perversión y tugurios de mala muerte. Hicimos mucho por la música, ya te digo.

· Sobrevivimos a la movida. La música y nosotros.

· La que conoció las Aspirinas para niños.

· Del UHF.

· Y de la carta de ajuste. Nunca supimos lo que era esa mamonada.

· Los de la melancolía.

· Los frívolos.

· Los de la nostalgia. Aquí estamos.

· Esos que hicieron que hoy estén aquí los del Fortnite.

· Y los del WhatsApp.

· Aquellos que seguramente no lo hicieron todo tan mal.

· Los de la generación perdida en todo caso.

· Los que saludaban a los Seat 600.

· Los del pelopincho.

· La de los que vivían sin móvil.

· Y sin internet.

· Los que siempre estaban con el cura en la boca.

· Y con lo de que tu padre que está más no sé qué.

· La de los que para ver a un extranjero tenían que encender la tele.

· Aquella de los lectores del Súper Pop.

· Los descendientes directos del landismo.

· Los que asistimos al génesis en forma de no puedor.

· La de los que ni siquiera sabían lo que era una franquicia.

· Los que vivieron aquellos malos tiempos para la lírica.

· Los que tuvimos que aprender deprisa.

· La de los pioneros en un sinfín de escenarios.

· Aquellos a los que dieron una democracia sin instrucciones.

· La del inglés de Vallecas.

· Y la del ordenador es para jugar.

· Los del si te he visto no me acuerdo.

· Los que nunca entendieron el verdadero significado de la palabra amistad.

· Los que nos creímos que en el 2020 iríamos en nave por la M40.

· Los de Aiwa.

· Y los de IBM.

· Incluso los de ITT antes de ser Nokia.

· Cuidado, y los de Ericsson antes de que Sony se la zampase.

· Los que ahora pueden decir que esos de Sony hacían más que consolas.

· Los que comían salchichas Purlom.

· De los videoclubs.

· Del Naranjito.

· Los de las botellas retornables.

· Los que a la casa le llamábamos keli.

· Y a la calle ruin.

· También los que usábamos lo de “córtate una cala”.

· Los que echábamos la raba.

· Y los que escampábamos.

· También se echaba la pota y algunas cosillas más.

· Esos que enumeraban las ocasiones por bazas. 

· Los rajaos. 

· La que utilizaba a Perry hasta en la sopa.

· Y al bueno de Peter.

· También los felichones.

· La de los sobrenombres para las cosas más cochinas.

· Esa que alteraba la acentuación de los nombres propios en plan libre albedrio.

· La de todo el mundo es mi primo.

· Los que asistimos al germen de los chinos con aquellas emblemáticas tiendas de 20 duros que luego pasarían a sus manos.

· La de los rastrillucos y baratillos.

· Los que vieron desaparecer las legendarias tiendas de frutos secos al ser devoradas por los badulaques de los chinorris.

· Los que solo podíamos comer un Whopper o un Happy Meal si íbamos a Sol.

· Los que sabemos de primera mano que los chinos no inventaron nada.

· La de los andobas que vivían más a gusto que un arbusto sin las puñeteras tarjetas de puntos o de fidelidad.

· La que vio al Real Madrid anunciar quesitos en su camiseta.

· Los del chorizo pamplonica.

· La de los desgraciaditos del mote a todo quisque.

· La que creció con las vecindonas en los rellanos.

· La de los pobretys.

· Y los tipejos en el bar.

· Los del Porrymans sin menta.

· La que obraba milagros para ser feliz en ocasiones.

· Esa que no pasará a la historia.

· Los del Discoplay.

· Y Madrid Rock.

· La de los churricos por la mañana.

· Esa que coleccionaba cromos con el AS.

· Los del “¿se baja el Jose?”.

· Los de la mortadela de Mickey Mouse.

· Los que estábamos más buenos que el pan.

· Aunque nos atiborrásemos de leche, cacao, avellanas y azúcar.

· Gracias una vez más al moreno del cacao, aunque esté más finiquitado que el ídem.

· Y al señor Juan Valdés.

· Y al del detergente Colon, más conocido que el propio descubridor homónimo en aquellos tiempos.

· Con Puntomatic todo fue distinto.

· Y con Lagarto ni te cuento.

· Los que se acojonaron cuando vieron las cuchillas que utilizaban nuestros padres para afeitarse.

· Los notas que conocían más Vietnam que la provincia de Toledo.

· Los de Mortadelo y Filemón.

Pues mucho más y nada menos. 

Creado por Santiago Schwarz, alter ego de José Bardantia en diciembre del 2019.

Inquirir


En el remanso de fieras a veces hay lugar para los oasis más estrambóticos, unos en los que el horizonte se viste de un gris espacial con destellos verde aceituna en el que la gente saluda amablemente, sonríe de forma gratuita y los monstruos solo son simpáticos animales de compañía.

Cuando pienso en rosa los días pasan raudos, felices, con ánimo en el alma y con un sentir eternamente expectante para despertar de nuevo tras cada plácido sueño para regalar versos de impresión, flores para la ocasión y buenos deseos por afición. 

Las canciones de mi ayer son como abrazos para el alma, como susurros de caramelo, como la posibilidad de viajar en una máquina del tiempo que regala bonos infinitos para visitar el pasado con la misma facilidad que tengo para cambiar de opinión con inusitada frecuencia. 

Solo los colores naturales lucen más intensos que la química, solo la verdad supera a la mentira, todo buen deseo se impone al oído más encarnizado, la alegría gana cada batalla al dolor aunque no lo sepamos y por ende nada ni nadie se impone a lo que quedó exento de haber sido elegido por ningún ser pensante. 

Por defecto somos normales, venimos de serie sin altibajos, somos generados secuencialmente para ser diversos, de fábrica parecemos todos iguales, el molde siempre es el mismo, creemos ser distintos cuando hacemos algo para cambiar y llegar donde ya estaban todos, cada día surgen humanos que nos dejan de piedra, buscamos destacar sobre los demás de cualquier forma, estamos solos entre tanta gente… Ahora ya entiendo por qué uno y uno nunca fueron dos.

En Este Páramo Intranscendente Donde Las Palabras Brotan Como Lágrimas De Sangre


He visto soles caer del cielo, a la lluvia incinerando calles. 

He oído al silencio gritando desgarrado, al mundo huyendo desolado. 

He sentido el dolor en la memoria, el fin que representa el olvido. 

He roto la esperanza de seguir creyendo, de negar que es cierto lo que he vivido. 

He negado aquello que no entendía, he rechazado lo desconocido. 

He tenido constancia de que a veces se ríen lágrimas de verdad y se callan risas de insolente tristeza. 

¿Ahora? Todo se reduce a calor o a frío, a la crónica dormida, a la muerte por contagio, a la pena por ausencia, a fingir por inercia y a vivir como castigo.