Batán


Un camino inhóspito sumergido en la maraña llega al fin a la Venta, ese lugar que muchos han cruzado y por el que pocos se han quedado. Tan próximo en verano a la algarada y a la barahúnda por un extremo y tan cercano a la permuta, la expendeduría e incluso el balompié el resto del tiempo. Empero, la realidad dominante durante la totalidad del año es la de la penumbra, la de las calles solitarias, la del intruso en el terreno de los elegidos, la de la dificultad para encontrar según qué cosas en todo momento y situación. Colateral de Carabanchel, pero como esos parientes de Alcalá que también se ven de pascuas a gramos, sin gracia, sin dolor, sin interés alguno en la terca reciprocidad que los mancomuna. Pero esto también es Madrid, el Madrid auténtico y tradicional de los barrios de Hortaleza, Vallecas, Moratalaz, San Blas, del primo de antes y por supuesto de Batán. Estos lugares son los únicos en la gran ciudad que nos separan de lo más mundano, del decibelio y de las aglomeraciones. Son lugares que, en definitiva, nos llevan al Madrid de antaño y nos abstraen del moderno que, sin ser malo, se olvida de ciertas cosas.