When I Was In Cunit


Solo la mente traiciona más que el prójimo, con su naturaleza silenciosa, con una inercia impecable. Me lanzo a la brega diaria esperando que suceda algo exclusivo, pero la cotidianeidad impone su color mientras languidece la jornada. Es en ese momento cuando las esperanzas caen a plomo y me quedo a solas con el declive que supone la existencia que actualmente vivo. 

Entonces los recuerdos, que a menudo se disfrazan de pesadillas, invaden mi alma y siento como el silencio y las sombras toman las riendas de mis pensamientos. Allí puedo ofrecer un catálogo de negatividades tan grandes que taparían la silueta de la constelación de Orión. 

Todo esto sin fe, sin esfuerzo, nada más que con el inmenso asombro de ver cómo se derraman a borbotones las más despiadadas perpetraciones que tiene a bien concebir mi mente sin necesidad de tener compañía, amantes o sueños húmedos que la confundan.