No concibo la vida si no es para vivirla en libertad y, aunque eso no se hace y ni mucho menos se dice, no me queda más que declarar que no, que esto no es lo que esperaba en ninguno de los casos previstos por la organización.
Como algo inopinado, que no es de noche ni de día, en ese eterno intervalo del cambio de estación donde no hace frío ni calor. Como algo que no se posee, que no se puede tocar, que no se puede saborear, que puedes recordarlo sin llegar a sentirlo.
Una expresión fantasmagórica, tal vez espectral, sin placer en todo caso, sin toma y dame, con una lúcida transparencia en todo momento. Ni lo conozco ni lo quiero reconocer, pero no me acuerdo de lo que hice ayer.
Puedes yacer para fallecer, puedes desfallecer para fallecer, pero en ningún caso se puede fallecer para pretender desfallecer después y yacer como quien lava. Está claro que dos son compañía y tres significan multitud.


