La Oropéndola Eclipsa Al Sol


Yo, particularmente, no permito que me digan quiénes son los buenos y cuáles son los malos. No me gusta que me sugieran, bajo una opinión supuestamente imparcial, la alineación adecuada. No tolero que me impongan ideas que etiqueten a los rebaños para que no pensemos demasiado. Trato siempre de que no elijan por mí, que no me hagan comprar lo que ellos me quieren vender, que me ubiquen porque es lo correcto o que indiquen lo que debo de hacer para no molestar. Me gusta creer que tenemos capacidad de elegir, aunque sea una verdad a medias, que podemos tener una fe customizada o que sea posible no creer en ningún signo o sigla. Detesto la información manipulada y, por ende, aquella desinformación que incluye opinión. Anhelo la libertad, aquella que cada individuo precise, para orientar nuestros deseos sin aceptar los estereotipos ya formados para que los aceptemos sin rechistar. Es un sueño creer que cada uno puede ser lo que realmente desee aunque incluya todas las incoherencias del mundo. Apoyo cualquier escenario en el que el dinero no represente un papel protagónico. Ansío un lugar en el que todas las excepciones dejen de serlo y obtengan respeto gratis. Me siento pequeño al no poder expresar alto y claro lo que considero un derecho básico para toda la humanidad, me sé frágil por escribir pequeño desde un lugar minúsculo, me considero invencible al poder saber lo que quiero.

*Dibujo de la oropéndola obra de Juan Varela.